¿Qué es la escuela? ¿Un conjunto de contenidos curriculares clasificados como saberes a adquirir dentro de una organización jerárquica y un edificio que la contiene? ¿O en realidad la escuela es una construcción cotidiana condicionada por los actores que participan en ese entramado en el cual los roles, saberes y circunstancias se van modificando constantemente?
En mi opinión la escuela “la hacen” los actores involucrados, poniéndose en juego múltiples factores de influencia.
De momento que las nuevas tecnologías condicionan prácticas sociales diferentes, la escuela no puede permanecer ajena a los cambios más allá de las posturas que puedan asumir las diferentes políticas educativas.
Si bien es cierto, que ante las novedades tecnológicas surge una suerte de fascinación que a veces llevan a un uso poco significativo en relación a lo educativo como puede haber sucedido con el cine, la radio y la televisión, los últimos cambios incorporan una diferencia substancial relacionada con los circuitos de producción y comunicación que a diferencia del carácter masivo y unidireccional que ofrecían los otros medios, suman la construcción autónoma, portable y en red que los usuarios hacen de estos medios.
Estas características hacen que las nuevas generaciones naturalmente construyan conocimiento de otras maneras, con otros lenguajes, otras estéticas, y otro modo de operar e interactuar.
En mi opinión, los procesos de aprendizajes hoy se están gestando en un canal que corre paralelo a la escuela. Los alumnos concurren e intentan cumplir en mayor o menor medida las exigencias de la escolaridad según las presiones sociales de la comunidad a la cual pertenecen por circunstancias económico-geográficas, y desarrollando de manera autogestiva una comunidad alternativa que responde a intereses comunes, pudiendo ser productores de contenidos, destrezas y conocimientos, motivados por la circulación de información y la capacidad de poder compartir un espacio el cual no tiene limitaciones de tiempo y lugar.
Creo que la posición de la escuela debería centrarse en tratar de favorecer en los individuos la posibilidad de ser usuarios inteligentes, con sentido crítico y reflexivo, para que cada uno pueda ir construyendo su propia ruta de aprendizaje sin dejarse influir por intereses económicos, publicitarios o políticos.
Por otra parte, observo que muchos docentes, como “inmigrantes digitales” y en su mayoría resistentes a los cambios, incorporan en sus prácticas a las nuevas tecnologías, pero aún siguen repitiendo los viejos modelos sin poder comprender en profundidad cuales son los objetivos y necesidades quedando al margen de los cambios de fondo y centrándose en el uso por el uso en sí mismo.
Actualmente los procesos de incorporación de los cambios se están poniendo de manifiesto de manera asincrónica en relación al desarrollo de los dispositivos tecnológicos, las prácticas socioculturales y las diferencias biológico-generacionales.
Para seguir pensando.....no?
Verónica Derderian
1 comentario:
Reflexionando con tu comentario, me parece importante pensar a los proyectos de las tics en las aulas como una herramienta que vaya más allá del uso en sí mismo. Poder pensar en el armado de un buen proyecto que contenga los contenidos a enseñar para que, finalmente sean aprendidos. Esta bueno pensar un proyecto sustancioso pero no siempre es tan sencillo aunque resulta un grato desfío.
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